lunes, 16 de marzo de 2015

Animal muerto.






Tenía una animal muerto en el lugar donde debía habitar un corazón. Era muy inteligente pero había pasado los últimos cinco años haciéndose oscuro. Qué tonto. Qué absurdo.

Procedía de un lugar en donde todo era más fácil —pues estaba cerca del mar. Pero residía en una escena de Hitchcock todos los días, entre poemas de Bukowski y canciones de New Order.

Le gustaba escuchar aquello que no se menciona (ve tú a saber qué era eso). Y siempre, pero siempre estaba celando. Inventando historias de engañando, tejiendo dudas con cemento, agotándose. Hundido. Guardando trastes en esa habitación oscura, fría y humedad.

Se alimentaba — ¡era terrible! de aquello.

Una pena.

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