jueves, 4 de diciembre de 2014

Zeus.



"¿Cuántos años vive un perro?"

Es la pregunta que nos hacíamos anoche en clases. Es la pregunta que te hacías anoche, amiga. Es la pregunta que tenemos que hacernos al menos —me temo, una vez en la vida.

Y es que nada es para siempre (lo sabes). Pero…

Siempre tendrás los benditos malos ratos que te hizo pasar. Siempre te quedará ese zapato mordido por aquel adorable infeliz, baboso sin remordimientos. Adorable. Los muebles lleno de pelos, sucios por sus patas pezuñentas. El (su) olor particular que llenaba toda la sala y que no se aguantaba,  pidiendo a gritos un baño. Baño que era todo un reto, una gozada. Pensarás en esos momentos y quizás rompas en llanto, quizás —después, una sonrisa, y quizás te des cuenta que fueron los mejores momentos que alguien te pudo dar sin pedir grandes ostentaciones a cambio, —esas que pedimos todos porque no sabemos vivir. Él, que solo te hacia feliz  por un abrazo, un plato lleno de comida y un lugar donde dormir. Atento siempre a tu llegada en el portal agitando lo que parecía ser una cola. Cada noche que llegabas de esa nefasta universidad (en la que cargas con todos tus malestares) ataviada, irresponsable de tus emociones; soltabas tus bolsos y todo —absolutamente todo, perdía volumen frente a él, que sentía  pasar una eternidad desde la mañana, donde fue la última vez que te vio. El te cargaba los malos días, las puteadas de los jefes, las clases que no entendías. 

Haberle dedicado una vida (10 años para nosotros, toda una aventura para ellos). Llamarlo “hijo mío”. Educarlo (¡porque era educado!), curarlo,  atenderlo.  Dormir con él.   

“Que le hablabas en el idioma que solo ustedes dos sabían entender. Los demás solo te veían gritándole como esperando que hable, y a él respondiendo con silencios, agachando la cabeza”.

Ese idioma no se cuenta, se vive.

Los demás dirán que solo fue una mascota, que es una pena su deceso. Pero no es cierto. Ellos no saben. Ellos no conocen ese lenguaje. Ellos no saben qué es un compañero de viaje.

Pero tú, que se te va el alma en cada viaje, sabes que eso no es verdad.

No es una mascota.  Es una parte de nuestra vida, la más tierna, la más honesta. La parte en donde amamos sin condiciones y con mucha paciencia. Que nos aguantamos todo, donde nos damos tiempo para ser feliz a otro ser vivo. Darle cariño.


 ¿Cuántos años vive un perro? Toda una vida si sabes a lo que me refiero.





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