Canela
Y
sucedió un fin de semana en que volví a la tradición:
caminar descalzo, respirar profundo y dejar de pensar tanto. Caminé lento,
lejos de esas cautelas que me perseguían en anteriores meses; desprovisto de
urgencias y anhelando su mirada.
Volví
a creer en las palabras, el roce, la piel erizada y en las cosas que no se dicen, que nos cuesta
ordenar en nuestras cabezas pero que nuestros sentidos saben descifrar; el guion
improvisado, la tarde cargada de sueños y esas —malditas— ganas de querer quemarlo todo. Volví a creer
en esas noches de silencio en donde el único ruido es del amor —que nos hizo—
fugitivo, aquel que no pide perdón (¿Cuántas veces pedimos perdón por amar
fugaz? ¿Cuántas?)
Desperté
al ruido de las suaves gotas de lluvia que salpicaban del tejado a la tierra, que
se deslizaban sobre las hojas y llenaban el ambiente de un frío acogedor(ese
que nos arrullaba y nos ponían juntitos cada vez más). Un domingo, con los pies
buscando ese calor debajo de las sabanas blancas, buscando sentir los suyos.
Pero
eso no era amor. Era otra cosa. Y estuvo bien.
Ahora me preguntas“¿Cómo vas de amores?”“¿Qué te cuentas?”.Y yo te respondo, con la sinceridad de un niño, mi querida M:
—Dejé de contar. Que así es mejor—.
El
amor no funciona para mí. Y está bien. Es la primera vez que me tranquiliza ésta
verdad.
Yo quiero momentos de escalofrío,
recuerdos sobre fogatas de verano, café endulzado con panela y pisos de caña. Risas,
conversaciones surrealistas, nerviosismo puro. Nostalgias al final de la
tarde, listados de canciones moñas y tu perfume de canela. Cabañas donde se
funde el amor sin pretextos, sin apuros ni tonterías y medias.
Quiero
viajes a lugares desconocidos, libros viejos y ríos de emoción. Jugar hasta
perder la consciencia, el sentido y —por qué no— el alma. Darlo todo como si no
hubiese mañana —porque no lo hay—. Sentir que vivo, que de esta no paso.
Y
no puedo recordar quien dijo aquello de “porque para quererte no necesito
tenerte, te quiero libre; conmigo o sin mí. Te ofrezco mis brazos para estar
juntos, o te doy mis alas para dejarte volar. Tú decides.”
Ella
decide, que yo, quiero otra cosa. Yo la quiero aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario