El tiempo es eso que se nos pasa cuando uno está luchando
por un mejor estilo de vida.
La dureza de las decisiones, el nerviosismo, el miedo (¿de
dónde tanto miedo?), el balance
—estado emocional, entre las acciones y consecuencias. El estar
con las manos atadas.
Los momentos difíciles que se atraviesan (¿qué más se puede
hacer?) con la fe inquebrantable de que todo tendrá un final perfecto. Al menos
justo.
El decir adiós. Una maleta. Una vida entera que pide a
gritos “no te vayas”. La sangre que no
sabe de apellidos —pues en tus brazos se sabe la verdad.
Los golpes, los desaciertos, las veces que solo eras lágrimas.
No vivir sería un pecado. Una ofensa a todo lo que se ha peleado. Una cobardía.
El camino que llevas recorriendo se creo mucho antes de
conocerme. Tus decisiones lo hicieron por ti. Y te han traído aquí: un lugar caliente, peligroso y decadente. Esta ciudad.
El frio quedó atrás. El barrio donde caminabas segura, también.
Pero un día, con la mirada al cielo y las oraciones
acumuladas, decides levantarte. Decides seguir.
Decides que en tu casa no entrará la estupidez, ni la melancolía,
ni las risas falsas. Tomas por acertado el camino que el Señor ha trazado para
ti (aun no le ves, pero está ahí) y decides recorrerlo.
No hay tiempo para mirar atrás.
Tan simple, tan difícil.
Transita esta vida con la convicción de verte alegre. Nada bueno
se pierde en el presente. Es todo lo que hay. Piensa en el futuro. Nada está agotado.
Se ese pilar que sostiene tu propia vida. La felicidad es
cosa tuya. Cosa mía (la tuya), también.
Hoy te ha tocado soltarle la mano. Pero todo esto es un estado provisonal. La distancia. El tiempo. Y las barreras. Todo eso está en tus pesadillas. Sabes que llegará el día en que reclamarás lo que es tuyo.
Siempre podrás pelear por lo que es tuyo. Y lo seguirá siendo. Siempre.
Aquel aroma de café y el amor que le pones a todo lo que
haces. El amor es lo que hacemos cuando nos tomamos
de la mano. La honestidad.
Amar no es otra cosa que vivir. Vivir contigo. (Y yo siento que vivo contigo).
Siempre podremos pelear por lo que es nuestro. Si es solo
tuyo, saberte conmigo lo hará mío también. Y lo seguirá siendo. Siempre.